Como respuesta a las presiones estadounidenses y a la oposición de la opinión pública internacional hacia Cuba, el gobierno revolucionario aprobó el 4 de febrero de 1962, ante una multitudinaria concentración, la Segunda Declaración de La Habana. Su amplio sentido humanista y la importancia de la revolución cubana dentro del contexto latinoamericano, como motor impulsor, como ejemplo a seguir quedaron plasmados en el discurso. Su proclamación se hacía en un momento de fuertes conflictos internacionales.
La gota que colmó la copa, después de una serie de agresiones cometidas por las bandas contrarrevolucionarias desplegadas por todo el país y financiadas por la CIA, fue la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos durante una reunión desarrollada en Punta del Este, Uruguay, en la que los gobiernos latinoamericanos a excepción de México, rompieron relaciones diplomáticas con nuestro gobierno.
La situación se volvía tensa y en el verano de ese mismo año la prensa yanqui desarrolló una amplia ca