El ateísmo no es una filosofía, no es ni siquiera una visión del mundo, es simplemente rehusarse a negar lo obvio. Desafortunadamente, vivimos en un mundo en el cual millones de personas se pasan lo obvio por el meritito arco del triunfo. Lo obvio se debe observar, re observar y discutir, aunque esto sea un trabajo muy desagradecido. Lleva consigo una aureola de petulancia e insensibilidad. Por lo tanto, solo el ateo tiene la compasión suficiente para reconocer la profundidad del sufrimiento humano en su verdadera dimensión. Es terrible que todos muramos y perdamos todo lo que amamos; es doblemente terrible que muchos seres humanos sufran innecesariamente mientras están vivos. Gran parte del sufrimiento puede ser atribuido directamente a la religión, al odio religioso, a las guerras religiosas, a los delirios religiosos y a las desviaciones religiosas de los escasos recursos, lo que hace que del ateísmo una necesidad moral e intelectual. Es una necesidad, sin embargo, q